miércoles, 23 de septiembre de 2009

Santa Rita de Casia.



Santa Rita de Casia
La mística de la espina
P Raúl Díaz Corbo

Introducción

Querido lector tienes en tus manos el fruto de muchos años de trabajo donde mediante una investigación cuidadosa he ido elaborando esta novena a Santa Rita de Casia o.s.a, con una serie de poesías propias a modo de oración.

Para acercarnos a Santa Rita es necesario tener en cuenta antes que nada su contexto histórico, geográfico y espiritual.

Su vida transcurre en un espacio de tiempo que no es el nuestro. Para entenderla mejor y conocerla más profundamente es importante viajar con la imaginación y acercarnos a su cuna para recorrer lentamente el desarrollo de su rica existencia.

Verdaderamente Rita de Casia es una Santa muy amada. Muchas veces me he preguntado: ¿Por qué emociona tanto la fiesta del 22 de mayo? Y es que Rita toca nuestros sentimientos profundos.
Como buena monja agustina, Rita supo bucear en la profundidad de su propio corazón y ahora desde la Ciudad de Dios nos enseña a nosotros a hacer lo mismo: a vivir la vida en profundidad amando intensamente a Dios y yendo juntos hacia Él.


La fiesta de Santa Rita nos pone siempre en relación directa con la Santísima Trinidad. Al Padre le damos gracias porque nos la regaló; al Hijo porque místicamente la desposó, dándole una espina de su corona; al Espíritu Santo porque la santificó en los diversos estados de vida.

A Rita le damos gracias porque su vida es un ejemplo que nos acerca a Dios Uno y Trino.

Rita niña, joven, esposa, madre, viuda, monja y anciana, nos enseña que la santidad no es cuestión ni de edades ni de estados de vida en particular. En Rita se hace palpable la llamada universal a la santidad, porque ella es, -según palabras de Juan Pablo II: “un testimonio significativo de la obra que el Señor realiza en la historia cuando encuentra corazones humildes y disponibles al amor”.


Es por eso que la fiesta de Santa Rita trasmite tanta esperanza y tanto gozo interior. Su fiesta es también nuestra, es fiesta de aquellos que la queremos, la recordamos, la invocamos y por supuesto le agradecemos. Es fiesta de aquellos que motivados por el clamor de una multitud la proclaman: “Abogada de los imposibles”.


La espiritualidad de nuestra Santa

Muchos devotos de Santa Rita al hablar de los últimos cuarenta años de su vida simplemente dicen: “vivió como monja en un monasterio de Casia”. Ignoran cual fue su espiritualidad.

Veamos entonces de que monasterio se trataba, cual era su regla, su espiritualidad.


Sabemos que no se puede “entender” a Rita fuera de su contexto espiritual, desvinculándola de su familia religiosa.

En el año 1407, Rita, ingresó en el monasterio agustiniano de Santa María Magdalena, hoy conocido con el nombre: Santa Rita de Casia.

Al formar parte de la comunidad de las monjas agustinas de Casia nuestra Santa observó la Regla de San Agustín.
Rita, laica agustiniana

La Santa de Casia es muy conocida en el mundo entero y muy amada, pero cuando se habla de Rita no siempre se la nombra como perteneciente a la Orden de San Agustín, en otras palabras una santa agustiniana

Antes de su ingreso al monasterio podríamos afirmar, sin temor a exageraciones, que la espiritualidad de Rita fue siempre agustiniana.

Según mi interpretación y basándome en los documentos ritianos más antiguos, en este período de su vida se puede hablar de Rita de Rocaporena como laica agustiniana.

Como ya sabemos Rita tenía gran devoción por tres santos: uno de ellos un santo bíblico, San Juan Bautista, San Agustín el propio padre espiritual de la Orden y San Nicolás de Tolentino ( el primer agustino canonizado).

Sin duda, el encuentro de Rita con las monjas agustinas hizo madurar en ella esta amistad espiritual con Agustín y Nicolás.

Desde su infancia, Rita permaneció muy unida espiritualmente a aquella comunidad religiosa que la alentaba en el seguimiento de Cristo, tras las huellas de Agustín.




Seguidores de Cristo
en la escuela de Agustín

San Agustín de Hipona con su rica experiencia espiritual nos ha dejado por medio de sus escritos una escuela de espiritualidad..

La espiritualidad agustiniana, al igual que otras escuelas de espiritualidad, como por ejemplo: la benedictina, franciscana, carmelitana, dominicana, etc, subraya de modo especial algunos aspectos de la Espiritualidad Cristiana. Es por eso que bien podemos hablar de diversos acentos espirituales dentro de una misma y única espiritualidad, la del seguimiento de Cristo.

Tanto Agustín como Benito, Francisco, Teresa, Domingo y muchos otros grandes maestros de espiritualidad han sido instrumentos dóciles al Espíritu Santo y nos han legado según sus experiencias pautas concretas para seguir a Jesús.
Cada uno de nosotros deberá recorrer su propio camino espiritual. Seguramente conscientes o no, estamos influenciados por alguno o algunos de éstos gigantes de la espiritualidad cristiana. Escuchar y aprender de aquellos que nos precedieron en el seguimiento de Cristo, no es solamente un acto de humildad de nuestra parte, sino también un gesto de sabiduría y de prudencia. Porque si bien el camino que lleva al Padre es uno solo y se llama Jesús no está de más transitarlo siguiendo las huellas de quienes ya lo recorrieron y ahora gozan de Dios en la eternidad donde nos esperan.

No podemos olvidar que a lo largo de la historia de la Iglesia estos grandes seguidores de Cristo, han arrastrado y siguen arrastrando a multitudes de almas tras de sí; como padres y madres en el espíritu no han dejado de guiar a sus hijos hacia la Casa del Único Padre de todos; no han cesado de señalar el camino verdadero y único que es Cristo, ni se han guardado su vivencia espiritual que tanto nos ayuda en la nuestra propia.

A sus escuelas nos acercamos para que estos maestros nos hablen del Maestro, para que nos enseñen y nos recuerden que con la gracia de Dios es posible vivir el evangelio

Nuestra querida hermana Rita siguió a Jesús en la escuela de Agustín.
Santa Rita nos impulsa a vivir la espiritualidad agustiniana, una espiritualidad que acentúa la interioridad.
Vivir la interioridad significa vivir la vida en profundidad e ir juntos a Dios.
“Si hubiese que definir las grandes bases de la espiritualidad agustiniana - dice Vittorino Grosi- habría que pensar en un cristocentrismo radical como experiencia fundante de salvación, la eclesialidad como experiencia de fe comunitaria, la libertad y el amor como ámbitos donde el hombre se hace persona y cristiano”.


oración
Te invocamos Rita de Casia. hermana y amiga nuestra. Ven a regalarnos tu grata compañía, ven a rezar con nosotros y por nosotros.

Ayúdanos con tu intercesión y tu ejemplo a contemplar a Cristo Crucificado y a experimentar la fuerza del Resucitado. Qué podamos tener tu mirada profunda y sensible que nos haga capaces de descubrir el rostro de Cristo en nuestros hermanos.

Ejercicio. Contemplar un crucifijo mientras se reza:

La Corona de Jesús

Bendito y alabado sea Jesús Crucificado (se dice una vez)

Jesús te amo, Jesús te alabo, Jesús te adoro,
te pido perdón y te doy gracias.
(se repite diez veces igual que las Avemarías en el Rosario)

Gloria a Jesús: Hijo de Dios Padre
Gloria a Jesús: Verdadero Dios y verdadero Hombre
Gloria a Jesús: Esposo de la Iglesia.


Oración a Santa Rita de Casia, la Santa de todos nuestros días

Acudo a ti Rita, con la certeza de encontrarte siempre a mi lado, mi Santa de todos los días.
Amiga fiel en las horas difíciles que me ayudas a cargar la cruz y te quedas conmigo, cual Cirenea que no fue obligada.
Hermana mayor que me abrazas en las alegrías desbordantes y las acrecientas aún más con tu presencia siempre grata y cercana.
Santa mía, y de tantos… que nunca deje de quererte ni invocarte. Que por tus ruegos, Dios me conceda como hasta ahora, la capacidad de reconocer siempre Su Providencia y tu intercesión.
Rita de todos mis días, le doy gracias a Señor y te doy gracias porque siempre puedo contar contigo en cada momento de mi vida.

Pedir la gracia….
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

La Vida de Santa Rita para meditar a modo de novena.

Primer día


De camino a Rocaporena

En el corazón verde de Italia, la Umbría nos encontramos un pequeña aldea llamada Rocaporena que dista cinco kilómetros de Casia.
El camino a Rocaporena tiene una simple y particular belleza natural que el viajero no se cansa de admirar. El continuo serpentear entre los valles y los montes rocosos. El murmullo a veces suave del río Corno que en algunos lugares de su curso moja casi tímidamente las piedras cautiva la mirada del que pasa.

Cuentan los habitantes de Rocaporena que en la antigüedad una mujer llamada Porrina profetizó: “ De estas piedras graníticas saldrá a la luz una piedra preciosa que será grande… Multitudes vendrán a glorificar a Dios eterno. Y este angosto y pobre valle tendrá nombre sagrado en el mundo”.
Con el paso del tiempo los rocanos vieron el cumplimiento de esa profecía al darse cuenta que la pobre e insignificante Rocaporena se había hecho famosa en el mundo. Ciertamente aquel “angosto y pobre valle” se convirtió en lugar sagrado. Aún hoy se pueden ver las multitudes de peregrinos que acuden de distintas partes del mundo para glorificar a Dios y para darle gracias por el regalo que nos ha hecho al darnos a Santa Rita, piedra preciosa de Rocaporena y perla de la Umbría.


Segundo día


Rita, regalo del cielo

A mediados del siglo XIV vivían en Rocaporena Antonio Lotti y Amada Ferri dos buenos esposos que se amaban con entrañable afecto y llevaban una vida ejemplar.

En el Proceso de Canonización de Santa Rita leemos que los padres de ésta eran “muy dados a la oración y sumamente compasivos de las necesidades de sus prójimos, a quienes socorrían si eran pobres, visitaban si eran enfermos, o convencían de sus yerros e ignorancias, lo cual les granjeó el crédito y la estima que llegaron a conseguir…mereciendo por sus buenos oficios el glorioso dictado de pacificadores…”

Eran miembros de una institución que cumplía una importante misión social. Los llamaban “Pacificadores de Jesucristo”, ya que su fin principal era el sosegar los odios y las discordias y devolver el amor y la paz a las familias. Considerando tan abnegada tarea sólo podían pertenecer a los Pacificadores de Jesucristo, personas verdaderamente cristianas, de fe profunda y de gran autoridad moral para armonizar a los querellantes.

Los años de la vida matrimonial de Antonio y Amada transcurrían y el sueño de tener descendencia parecía que no llegaría nunca a realizarse. Sin embargo no dejaron de confiar que para Dios todo es posible. Estos fueron los padres de la Abogada de los imposibles y Santa de la paz y del perdón heroico.

La “margarita” de Rocaporena

En el año 1373 nace Rita y a los pocos días de nacida sus padres la llevan a Casia para bautizarla. Esta peregrinación de Rocaporena a Casia tuvo su sentido porque la actual y cercana parroquia de San Montano, en aquellos años, no tenía pila bautismal por ser capilla.
Al llegar a Casia subieron a la colina de San Agustín y al entrar en la iglesia se celebró allí el bautismo.

La bautizaron con el nombre Margarita. Como expresión de cariño, Antonio y Amada abreviaron su nombre llamándola Rita.

Margarita es un antiguo nombre latino que en su correspondiente griego significa: “perla” y que el mismo indica también una “flor del parado” símbolo de la sencillez.

En la antigua lengua tibetana su nombre “mauyari” quiere decir tres cosas: “campana” “vida que florece” y “perla preciosa”.

“Margarita” en el significado tibetano de perla, perla preciosa, alude a una persona excepcional. Se le puede decir así a una mujer que se distingue por su belleza, sensibilidad, educación, afabilidad, inteligencia y honestidad de costumbres: una verdadera perla.

“Margarita” en el significado de campana es una imagen también muy hermosa. La campana evoca la casa, la familia, la madre, los afectos, y el llamado de Dios a la oración.

Es curioso darnos cuentas de las coincidencias de la etimología de su nombre con su vida misma sin olvidarnos por supuesto que al momento de su muerte sonaron a fiesta las campanas y el pueblo la llamó: “Perla preciosa de Umbría”.




Tercer día

Abejas de ayer y de hoy

Narra la leyenda que, inmediatamente después de ser bautizada, abejas blancas entraban y salían de la boca de Rita sin hacerle daño. No se duda de que este episodio de las abejas pertenece a la primera tradición ritiana, pero no hay necesidad de recurrir al hecho como un fenómeno sobrenatural.
De todas maneras no podemos olvidar el gran interés que manifestó el papa Urbano VIII quien además de llevarlas en su escudo pontifical, se preocupó en persona de estudiar el comportamiento de esta especie de abejas que, al parecer, son únicas en el mundo. Aún hoy, en el antiguo monasterio donde Rita vivió y murió como monja agustina, podemos encontrar a las abejas “murarias”, llamadas así porque habitan en los muros. Aunque la devoción popular ha preferido llamarlas “abejas de Santa Rita” por haberlas relacionado con aquellas misteriosas abejas que rodearon su cuna pocos días después de su bautismo.

Pero en Casia las “abejas de santa Rita” no sólo viven en los muros del monasterio, sino que también junto a éste. Así lo ha querido la Beata Teresa de Casia (Madre Teresa Fasce) que en 1938 fundó la “colmena de Santa Rita”, una obra donde niños cadenciados reciben ayuda para crecer fuertes, y emprender luego el vuelo de la vida.



Cuarto día
Una pequeña que crece


El camino espiritual de Rita no comenzó con la vida monástica sino que se inició el día de su bautismo y dando los primeros pasos en la fe junto a sus padres.
Antonio y Amada fueron quienes asumieron con responsabilidad la misión de ayudar a levantar los sólidos cimientos de la profunda vida cristiana de la mística de Casia.
Junto a sus padres, Rita vivió sus primeras experiencias de encuentro con Dios, ya sea en las celebraciones de la capilla de San Montano, como también en los momentos fuertes de oración familiar.

Rita fue creciendo en un hogar donde se respiraba paz. Pero en su entorno, tanto en Rocaporena como en Casia el ambiente social y político no era precisamente pacífico. Por esta razón Antonio y Amada se habían comprometido en la misión de sembrar la paz y por ello fueron llamados: «pacificadores de Cristo». De sus padres Rita aprendió la tarea de pacificar.
Al llegar a la edad de la juventud experimentó el llamado de Dios a la vida monástica y expresó su deseo de ingresar en la Orden de San Agustín. Pero sus padres, hijos de su tiempo, al igual que nosotros, y considerando que lo mejor para su hija era contraer matrimonio, eligieron para ella un candidato, siguiendo las costumbres de la época.

Creyendo Rita que esta era la voluntad de Dios, aceptó de buen grado al candidato, sin saber que más tarde, llegaría a ser esposa de Cristo en el monasterio agustiniano de Santa María Magdalena.

Un matrimonio que llegó a ser feliz

Rita contrajo matrimonio con Pablo Mancini, propietario de un molino casi en el límite entre Rocaporena y Casia.
Un sacerdote agustiniano, contemporáneo de nuestra santa, declaró que Rita fue dada en matrimonio a un joven bien dispuesto pero resentido, del mismo lugar de Rocaporena. Sin embargo otro testigo afirmó que Pablo Mancini era “un hombre honorable y de buena familia, pero muy diferente a Rita… en cuanto a las cualidades, genio y costumbres”, “hombre de trato difícil pero con gran reserva de generosidad”.
Rita, amó a Pablo tal como era, intuyendo que en aquel hombre de carácter difícil, había un corazón generoso capaz de mucho amor. Siguiendo el ejemplo de Santa Mónica, Rita esperó pacientemente el momento de la conversión de su esposo, mientras lo ayudaba con sus oraciones y con su testimonio de vida cristiana.

Poco a poco y con la ayuda de Dios, el matrimonio Mancini- Lotti fue superando sus primeras crisis. Y una vez fortalecido el vínculo la relación se tornó más sana y respetuosa. Finalmente Rita logró un matrimonio feliz. De aquel amor vio nacer a sus dos hijos: Juan Santiago y Pablo María.

Como madre cristiana, Rita educó a sus hijos en la fe. Junto a ellos y a su marido disfrutó de muchos momentos de alegría. Es fácil imaginarla feliz en las celebraciones de los sacramentos que recibieron Juan Santiago y Pablo María. Felicidad que también sería grande cada domingo cuando concurrían juntos como familia, a la celebración de la Misa en la iglesia de San Montano.



Quinto día
La mujer fuerte puso en Dios su esperanza ...
Primeramente llegó la muerte de sus ancianos padres, la cual, no por esperada, fue menos dolorosa. Cuando su corazón estaba preparado para otras pérdidas le trajeron la amarga noticia de que su esposo había sido asesinado, se sospecha que a causa de viejas rencillas.
El pueblo de Rocaporena había quedado consternado por tan alevosos crimen y se movilizó para acompañar en su pesar a la viuda de Mancini.
En presencia de todos los asistentes, Rita perdonó públicamente a los asesinos de su marido. Ella no sabía de rencores ni de odios. No había lugar en su corazón para sentimientos ruines de venganza. Después de darle sepultura Rita retornó con sus dos hijos a casa; seguramente lloró, pero abrazándose a la vida y a la esperanza. Dios sostenía a Rita y ella confiaba en Dios.
Prefirió perderlos en la paz de Dios a retenerlos en el dolor de la venganza

El asesinato de su marido trajo como consecuencia que sus hijos, ya adolescentes, se sintieran proclives a la venganza. La familia de Pablo influía negativamente en los corazones de aquellos jóvenes. Rita, por su parte, había escondido la camisa ensangrentada de su esposo para evitar que sus hijos se sintieran motivados a la venganza. Señalándoles el crucifijo los invitaba a perdonar como Jesús.
Preocupada por la insistencia de ellos en vengar la muerte de su padre, rezó diciendo al Señor que prefería que se los llevase antes que se convirtieran en homicidas.
Esta oración que se encuentra en el proceso de canonización expresa lo máximo de su heroísmo, porque aún siendo una madre tan afectuosa, el temor de la ofensa a Dios y el peligro de perderlos para siempre pudo más que todo otro humano sentimiento.
Patrona de los pobres y de los enfermos
Entre los más variados títulos con los cuales se venera a la Santa de Casia, está este de “Patrona de los pobres y de los enfermos”.
Una vez viuda y sin hijos, Rita no se encerró en su casa para auto-compadecerse, sino que se enfrentó el sufrimiento sin evasiones ni estancamientos. En la aceptación y ofrenda de su dolor encontró la vía del amor y de la sanación interior, recuperando la alegría de servir a Jesús en el prójimo.
Rita viuda descubrió que esta nueva etapa de su vida le ofrecía un modo diverso de realización y de felicidad. Siguiendo el ejemplo de San Nicolás de Tolentino, Rita oraba por sus difuntos con inmensa ternura, pero sin el dolor de quien piensa que los ha perdido para siempre; sino con la esperanza de reencontrarlos “ en Aquel en quien nada se pierde” (San Agustín).
La Santa de Rocaporena, cual mujer fuerte “guardó memoria a sus muertos y gastó en los vivos su tiempo” (Himno de Santas Mujeres).
Acudía al “Lazareto” para visitar a los enfermos que allí encontraban refugio y atención. Socorría a los pobres con quienes compartía sus bienes y consolaba a los tristes invitándolos a la esperanza. Aún hoy, en el Santuario de Rocaporena, se puede ver a modo de reliquia, un manto que le pertenecía y al cual renunció para dárselo a un necesitado.

a San Nicolás

Gran fraile agustino
San Nicolás,
del Cielo nos llegue
la gracia y la paz

La Santa de Casia
que tanto te amó
sus seres queridos
a ti encomendó.

Pedid por nosotros
San Nicolás,
por nuestros difuntos
que encuentren la paz.



Sexto día
Un escollo, una esperanza.
Rodeado por el caserío y las montañas, casi al centro del valle, nos encontramos con “el Escollo”, una elevación rocosa llena de abundante vegetación. Desde lo más alto del escollo se aprecia la belleza del paisaje y se experimenta una seductora invitación a la alabanza del Creador.
En la actualidad los habitantes de Rocaporena se refieren a este lugar con distintos nombres, entre los más usados están: “Escollo de la oración”, “Escollo de Santa Rita”, “Escollo de la Esperanza”. Conviene destacar que todas las maneras de llamarlo hacen referencia directa o indirectamente a la misma persona. Es tradición entre los rocanos decir que Rita subía al escollo para retirarse en oración, alimentando así la esperanza de ingresar en el monasterio de las agustinas de Casia.
Llevaba Rita una vida tan rica en oración y en servicio al prójimo que no tardó en descubrir que en su interior estaba aún latente aquel viejo llamado a la vida religiosa y, dejándose guiar por el Amor, encaminó sus pasos hacia su deseada Casia.
Al llegar al monasterio pidió ser admitida en él, pero se encontró que en aquella comunidad había una parienta de su esposo, una tal Catalina Mancini. No olvidemos que los Mancini sentían un gran desprecio hacia Rita, debido a que ella se opuso a la venganza concediendo el perdón a los asesinos de su marido. Por eso no debemos extrañarnos cuando la abadesa, temiendo poner en peligro la buena convivencia entre las hermanas, le negó a Rita su ingreso al monasterio.

Con esa respuesta no esperada regresó la Santa a las tareas de siempre. Pero sin resignarse ante la negativa acudió al Señor pidiéndole ayuda. Aunque no rezó sola, sino que se dejó acompañar por la intercesión de sus santos más queridos: San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino. Fortalecida con la gracia de Cristo y la oración de tan grandes compañeros, emprendió su camino a Casia una y otra vez.
Un día, después de varios intentos, viendo la abadesa la perseverancia de nuestra Santa, le manifestó que la pacificación de las familias podía ser, sin lugar a dudas, la llave que le abriría las puertas del monasterio. Si bien esta propuesta parecía imposible de concretar dado el endurecimiento de aquellos corazones, sin embargo brilló para Rita una esperanza.
La paz que nace del perdón
Rita había visto muchas veces a sus padres embarcados en la difícil, tarea de sembrar la paz, Ahora le tocaba a ella misma realizar lo que había visto y aprendido de Antonio y Amada. Con la paciencia y la perseverancia de siempre asumió su nuevo desafío, dispuesta a encontrarse con las familias enemistadas para invitarlas al perdón y a la reconciliación. Finalmente, después de muchos esfuerzos y oraciones, logró reunirlas en un abrazo de paz. Los pueblos de Rocaporena y de Casia recordaron siempre aquel abrazo que puso fin a tanto rencor, odio y violencia.
Aquel acontecimiento fue el origen del título con el que más tarde también se invocó a Rita al llamarla “Santa de la paz y del perdón”. Ahora ella tenía el camino libre para entrar en el monasterio.
Una vid prodigiosa
La tradición dice que siendo Rita novicia, la superiora le pidió que regara, por obediencia, un sarmiento seco que se encontraba en el jardín y que cuidara de él.
Ella lo hizo humildemente cada día. Al cabo de un tiempo el sarmiento seco retoñó transformándose en una lozana vid. En la simbología ritiana la vid junto a un pozo alude a la obediencia de la Santa y a su fecundidad espiritual.

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Séptimo día
La espina del amor
Durante la cuaresma del 1425 un predicador franciscano, Giacomo della Marca, acudió a la Colegiata de Santa María de Casia, por haber sido invitado a predicar sobre la pasión del Señor. Debido a su buena fama de orador fueron muchos los que acudieron a escucharlo. Entre los oyentes estaba Rita, quien supo aprovechar bien aquella prédica que guardó en su corazón y meditó siempre. Ella, que tanto contemplaba el crucifijo, se sintió profundamente tocada por la predicación del franciscano.
Años después, cuando llegó el viernes santo de 1432, hallándose Rita de rodillas ante la imagen del crucifijo, exclamó: “Señor, dame una espina, una de aquellas que traspasaron tu sagrada cabeza”. La súplica fue tan sincera que el Señor le concedió a Rita una íntima participación en su pasión.
El epitafio que podemos leer en el segundo sarcófago de la Santa, realizado diez años después de su muerte, reza así:
“Oh bienaventurada por virtud y fortaleza,
en éxtasis arrebatada por la Cruz,
donde sufriste dolores agudos,
tú dejaste las tristezas de este mundo,
para satisfacer tus ansias de vida y de luz.
Participando de esa pasión tan atroz,
¿qué mérito tan grande atribuirte?
Tú fuiste preferida a toda otra mujer
para recibir una espina de Jesús.
Tú no esperabas algún premio terreno,
pues no querías otro tesoro fuera de Cristo,
al que toda te entregaste.
Quince años la espina padeciste,
y no te pareció todavía estar preparada
para entrar en la vida gozosa” 1457

1457 . nota: No se trata de la fecha de la muerte de la santa como creen algunos sino de la fecha del segundo ataúd. .
Este epitafio nos señala el momento cumbre del éxtasis mayor de Rita, la estigmatización en la frente mediante el don de la espina. Estudios médico realizados el día 4 de abril de 1997, hallaron en la zona frontal del cuerpo de Santa Rita una fisura profunda. Pero más que las pruebas interesa destacar el significado propio del signo, para darnos cuenta que el estigma de Rita expresa exteriormente su íntima unión con Jesucristo. Es, como algunos ya han dicho, el desposorio místico de la Santa, su matrimonio espiritual que ha tocado la experiencia misma del éxtasis, o dicho más poéticamente: “Es el beso de Jesús en la frente de Rita”.


DAME JESÚS
Dame Jesús una espina
mi Señor Crucificado,
una de aquella corona
que te dejó ensangrentado.

Dame tan siquiera una,
mi pobre Rey coronado,
y en tu pasión dame parte
¡oh Jesús abandonado!

Dame el fuego de tu alma
y bésame la frente amado,
que yo por tu amor me muero
y por el vivo a tu lado.

Dame vida, vida mía,
que vivir en ti yo quiero
y ahora que tengo espina
dame la rosa que espero.

…………………



DAME UNA ESPINA

¿Qué gloria podré yo darte
si una espina no te pido?
¡Qué en este dolor pedido
no deje nunca de amarte!

Dame Señor, dame parte
en tu pasión Redentora
y cuando llegue mi hora
pido en tu cielo abrazarte.

………….

El siguiente poema está basado en la experiencia espiritual de San Agustín de Hipona.
El santo con su famosa frase: “tarde te amé” expresa su grito de amor a el Amor que es Dios mismo. Con los ojos puestos en una imagen de Jesús Crucificado oremos así:

“TARDE TE AMÉ”
“Tarde te amé”, Señor mío
que me has amado primero
y es que al verte en el madero
siento haberte amado poco.

Tarde se encendió este fuego
en mi corazón tan loco
y al creer que aún te amo poco
mucho más amarte quiero.


Octavo día
Desde la Iglesia amó a la Iglesia
El período monacal de Rita, más aún toda su vida, se desarrolló en un momento muy crítico de la historia de la Iglesia Católica. Período de grandes divisiones, escándalos, decadencia del papado, etc. En ese momento en el cual mucho optaron por separarse de la Iglesia, Rita prefirió manifestar públicamente su total adhesión.
Generalmente, cuando la Iglesia pasa por estas experiencias dolorosas que hacen tambalear la fe de los más débiles, una postura cómoda y poco comprometida puede ser esta: “entonces yo también me voy”.Pero la fe de esta mujer fuerte era firme y madura. Rita amaba la Iglesia real y no “ideal”. La amaba, no porque ingenuamente la creyera perfecta, sino porque estaba convencida de la necesidad de conversión en cada uno de sus miembros. Fue en ese contexto que surgió el peregrinaje a Roma que realizó junto con sus hermanas del monasterio. De esta manera, y habiendo vivido su fe comunitariamente y en plena comunión con la Iglesia, Rita nos da ejemplo de amor y de unidad, porque supo decir con su vida “aquí estoy”.
En su último invierno Jesús le regaló una rosa y dos higos
El prodigio de la rosa y de los higos aparece en diversos testimonios fidedignos recogidos en el proceso de canonización. Transcribimos parte del testimonio de una antigua biografía: “En el más áspero y riguroso invierno, y encontrándose todo cubierto de nieve, una prima de Rita fue a visitarla; al marcharse preguntó a Rita si de su casa necesitaba alguna cosa; Rita le respondió que deseaba una rosa y dos higos del huerto de Rocaporena. La prima sonrió, creyendo que Rita deliraba a causa de la enfermedad y se marchó. Una vez llegada a la casa donde Rita vivió con su esposo y sus dos hijos, entró en el huerto y vio entre la nieve un rosal que cargaba una hermosa rosa y en la higuera, halló dos higos maduros. Perpleja por el cruel invierno, viendo los frutos milagrosos, se los llevó a Rita”.
La rosa y los higos aparecen en la vida de Santa Rita como un signo amoroso de Dios para aquella mujer que había sabido sobrellevar dolores y contradicciones, ofreciendo generosamente su vida al Amor. Ahora florecía en ella la vida nueva de Jesús resucitado, a quien había amado sin medida. Se iba cargada de frutos maduros como higuera bendecida y fecunda. Se iba como rosa que despide el buen aroma de Cristo.
Noveno día
El feliz tránsito de Santa Rita
Había pasado el invierno. La primavera apenas entrada esparcía el aroma de las ahora abundantes rosas. En el monasterio una luz se estaba apagando para brillar luego aún con más intensidad en toda la Iglesia. Rita agoniza serena… El buen Jesús y su Madre le conceden en visión la gracia de sus visitas como un anticipo de cielo. Por fin, Rita sonríe y expira. Entonces las campanas de la ciudad de comenzaron a anunciar, con prodigioso sonido, el inicio de numerosos portentos. Al momento se iluminó la habitación y un perfume inefable se esparció por todo el monasterio. Apenas acaecido el tránsito de Rita, peregrinos de todas partes se acercaron para venerar el cuerpo. Muchos enfermos sanaron al instante con solo tocarlo. Rita de Casia entró en la gloria con verdadera fama de santidad el 22 de mayo de 1447. De inmediato el pueblo la llamó “santa” y la invocó como “abogada de los imposibles” y “Santa de la paz y del perdón”.
Margarita Lotti (Rita de Casia), fue declarada beata el 22 de julio de 1628 por el papa Urbano VIII y canonizada el 24 de mayo de 1900 por el papa León XIII. Hoy en día la devoción a Santa Rita es universal y sus favores espirituales y materiales son innumerables.


Celebración del
Tránsito de Santa Rita


La celebración es ideal para hacer en comunidad o en grupo, de lo contrario, se puede adaptar al uso privado.


21 de mayo.
Víspera de la fiesta.
Canto de entrada.

Saludo.

Palabras de acogida.

Hermanos, nos hemos reunidos para celebrar el feliz tránsito de Rita de Casia, a la gloria del cielo. Evocamos, en ésta hora solemne, el momento en que la humilde existencia de Rita se abrió para siempre a la intimidad con Dios en la gloria del Señor resucitado.

Oremos.
Señor y Padre nuestro, que nos llenas de alegría y esperanza con la solemnidad del tránsito de Santa Rita, infunde en nosotros el deseo de alcanzar la santidad para que, cuantos celebramos la entrada de Rita en el cielo, nos preparemos también a entrar nosotros cuando tu lo dispongas. Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo nuestro Señor, que siendo Dios vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo por lo siglos de los siglos. Amén.

Evocación.
En el año del Señor 1447, el 22 de mayo, Dios llamó a Rita a entrar en su gloria. Al morir ella, una luz maravillosa iluminó su celda, y un perfume inefable se expandió por todo el monasterio, las campanas de Casia sonaron a fiesta sin que nadie las tocara y el alma de Rita fue vista con aureola de gloria subir al cielo.

Encender ahora foco de luz de Santa Rita. Guardar un momento de silencio.

Lucernario.
Se encienden las velitas de los fieles.

Toque de campanas
Mientras suenan las campanas se lee la poesía titulada: “El tránsito”. Es una invitación a unirnos espiritualmente al Santuario de Casia.





El tránsito

Lleguemos todos juntos
a Casia, mis hermanos,
que ya comienza el tránsito
tomémonos las manos.

Escuchen las campanas,
por Rita están sonando.
Dios mismo, con portentos,
es quien la está llamando.

¿No ven, hermanos míos,
que Rita se levanta?
Su alma entra en la gloria
con aureola de santa.

Perfumado de cielo
su cuerpo se ilumina,
su llaga es una rosa
que ya no tiene espina.



Lectura Bíblica.
Lectura del Cantar de los Cantares. (2, 10-14)


“¡Levántate, amada mía, preciosa mía, y ven!
Que ya a pasado el invierno,
han cesado las lluvias y se han ido
las flores aparecen en el campo,
a llegado el tiempo de la poda;

ya se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola.
Da su primeros brotes la higuera
y las viñas en flor exhalan su fragancia.
¡Levántate, amada mía, preciosa mía, y ven!
Paloma mía que anidas,
en las grietas de la roca,
en escarpados riscos,
déjame ver tu rostro,
déjame oír tu voz.
¡Es tan dulce tu voz,
es tan hermoso tu rostro!
Palabra de Dios.

Homilía.


Entrega de la rosa.
Un niño le alcanza un rosa roja al párroco y éste la ofrece colocándola junto a la imagen mientras dice:

Recibe, Rita, ésta rosa en recuerdo de aquella que te fue dada en el último invierno de tu vida, signo de que te habías convertido en el buen aroma de Cristo. Acéptala ahora de mis manos como ofrende de ésta comunidad parroquial y de todos los peregrinos que acuden a tu encuentro, para gloria de la Santísima Trinidad. Amén.


Incensación.
Se inciensa la imagen de Santa Rita y la reliquia mientras se canta: “Santa de imposibles.”


Gloriosa Santa Rita de Casia, que manifiestas en tu rostro la bondad de Dios. Extiende tus manos que nos acerquen su ternura. Queremos estar siempre dispuestos a buscar la voluntad del Señor en todas las circunstancias de la vida.

Te saludamos, Rita, por tu fidelidad a las promesas bautismales. Intercede por nosotros para que vivamos con alegría las exigencias del evangelio y la llamada universal a la santidad.

Te saludamos, Rita, por tu testimonio de oración en los diversos estados de tu vida. Ayúdanos a permanecer unidos a Jesús como los sarmientos a la vid, para que nuestra vida espiritual sea fructífera como la tuya.

Te saludamos, Rita, experta en la vida familiar, por el ejemplo que nos has dejado queremos encomendarte a nuestras familias para que siguiendo tus enseñanzas seamos capaces de poner siempre nuestra mirada en Jesús.


Te saludamos, Rita, santa de la espina y de las rosas, por tu amor humilde a Jesús Crucificado, ayúdanos a arrepentirnos de nuestros pecados y valorar profundamente el sacrificio de Cristo por todos nosotros.

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